La desilusión es un plato caliente que hay que tragar frío. La ilusión que aguardó estoica en vano hasta el milagro se vuelve angustia no se sabe bien a qué. Pasado el momento por vivos seguimos viviendo y no habiendo sombra de que la culpa sea nuestra debe ser humana la equidad como acto de buena fe con el contrario. Siendo peor ha hecho temblar los labios, ha alejado el cielo, demasiado cercano, nos ha dibujado la cara de gestos incoherentes y se ha reído en nuestras propias narices. Pillo.
Cuando se es mejor perder o ganar siempre es regalo del que pierde. Pero aún se puede si se puede.
Queda otra oportunidad.
Y una nueva ilusión nace ya para animarnos.
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