Para entender de una obra
más que su propia oscuridad
hay que retroceder hasta la herrumbre
para avanzar
por la veta de la argamasa
y todas sus claudicaciones,
atravesando a solas
los ríos que se desbordan,
hasta que despuntan las huellas de los pasos
en los muros en flor,
lentamente...
Hasta perder de vista
a las sombras del aire,
al andamio del pensamiento,
a todo el sinsentido de la luz,
va extinguiendo distancia
la certeza,
van latiendo hacia el norte
las repeticiones,
va confiando el murmullo
en el silencio,
para ser invisible en todos los idiomas
que sepan dejar cielos a oscuras,
de sueño,
o sea,
reafirmando olvidos para la historia.
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