PERSONAJES:
.-JACINTA,
Madre.
.-ROSAURA,
hija.
.-FLOR.
hija.
.-SALVADOR,
padre.
.-PABLO,
amante de Jacinta.
.-JOAQUÍN,
amante de Rosaura.
.-D.
NICOLÁS, marido de Rosaura.
.-FEDERICO,
marido de Flor.
.-IVAN,
hijo de Flor.
.-ENRIQUE,
hijo de Flor.
.-DON
JOSÉ, el doctor.
.-DON
LUIS, el cura.
.-
VECINAS, 1, 2, 3.
ACTO
1
(Bailén,
años 70. Cae la tarde en esta casa de
la calle Iglesia, frente a la Iglesia La
Encarnación. En el salón, Jacinta y sus dos
hijas, Rosaura y Flor, cosen.)
la calle Iglesia, frente a la Iglesia La
Encarnación. En el salón, Jacinta y sus dos
hijas, Rosaura y Flor, cosen.)
JACINTA:
Flor, me ha dicho Isabel que te ha visto
por Las escalericas de
Nuestro Padre Jesús. Sabes
que está siempre apegada a la ventana y
me lo
cuenta.
FLOR:
Mamá,
era temprano y iba a Mazarro.
JACINTA:
Ya,
pero sabes que no quiero que pases
por allí. Es un lugar solitario y
la gente murmura.
FLOR:
Pero
mamá, por allí pasa mucha gente. Me he
cruzado con Rosalía.
JACINTA:
¿Con
Rosalía? Esa niña es muy
sueltecilla, no te juntes con ella.
Además, sus padres
no son de buena tinta.
FLOR:
Vale,
mamá.
JACINTA:
Mira
a tu hermana, y aprende de ella.
Nadie ha tenido nunca que decir ni
una cosa ni otra.
ROSAURA:
Mamá,
Las escalericas han cambiado,
son un sitio como otro. Deja a la niña.
JACINTA:
No,
Rosaura, que le das un dedo y te
coge la mano, la tienes todos los
días allí. Recuerda
aquello que me pasó de mocita.
ROSAURA:
Mamá,
eso pasa en cualquier parte.
JACINTA:
Ya,
pero Isabel es una chismosa, y no
quiero que esté tu hermana en boca
de nadie.
ROSAURA:
La
niña no hace nada para eso.
JACINTA:
Cuando
esté bien casada, como pronto lo
estarás tú, que vaya por donde
quiera.
ROSAURA:
Sí,
mamá.
JACINTA:
Por
cierto, hace mucho rato que salió tu
padre. No puedo pensar que se
caiga, o le pase algo.
ROSAURA:
Estará en la plaza, mamá. Es temprano.
JACINTA:
Ya,
pero lo veo muy torpe, hay que estar
encima de él. A su edad
cualquier golpe mal dado se
lo lleva.
ROSAURA:
Flor,
ve a la plaza a ver como está papá.
(Flor
deja la costura sobre la mesa, y sale
canturreando.)
ROSAURA:
Mamá,
no seas tan posesiva, los
tiempos cambian. Ella no piensa como tú ni
como yo.
JACINTA:
Eso
es lo malo, que no piensa. Un día nos
traerá a un loco, como ella,
y eso no lo voy a
consentir.
ROSAURA:
Es
muy niña, mamá, ya echará asiento.
JACINTA:
Ya,
pero no como yo quisiera. Cuando
habla del amor la veo aún más
niña, más indefensa,
y eso la deja a merced de hacer una locura, y
de la
que luego se arrepentiría toda una vida.
ROSAURA:
Solo
está en la edad del pavo, mamá.
JACINTA:
¿Tú
crees? No sé. Me he dado cuenta que
mira a un hombre mayor como a un
padre y no
como marido. Ya sabes que estoy siempre a lo tonto
dándole
consejos. Una debe buscar la estabilidad,
para ser una señora, y eso
no lo da una persona de
tu misma edad, con tantos sin oficio ni
beneficio, sin
tener donde caerse muertos.
ROSAURA:
Hay de todo, mamá.
JACINTA:
¡No
digas! Que tú ibas por ese camino
con el Joaquín ese, y suerte que
apareció Don
Nicolás con un mundo en la cartera.
ROSAURA:
Ya.
JACINTA:
No
lo dices muy convencida.
ROSAURA:
No,
sí, sí, el hombre está bien.
JACINTA:
¡Digo!,
¿bien? Dos cortijos y treinta mil
olivos. Serás una reina, hija
mía.
ROSAURA:
Que
sí, mamá.
JACINTA:
El
amor son dos días locos, luego igual te
da uno que otro, y no es lo
mismo ser criada que
señora. A mí me llamaban loca porque tu padre
me
llevaba cuarenta años, y míralas, todas trabajando a
sus años y
siempre sin una peseta.
ROSAURA:
(Clavando
la mirada en la ventana)
A
lo
mejor en el fondo son felices con lo que tienen.
JACINTA:
¡No
digas tonterías! ¿Qué felicidad puede
haber en la pobreza? El amor
es un invento para los
pobres, para que no piensen en su cruz.
ROSAURA:
Puede
que el amor sea la verdadera
riqueza.
JACINTA:
¡Calla,
calla! No pongas eso en tu boca. Y
menos a un mes de tu boda.
ROSAURA:
Vale,
mamá.
JACINTA:
No
vas a encontrar nada mejor. Y a ver si
lo vas a estropear con esas
dudas que tienes. Es
verdad que a lo mejor al principio cuesta, pero
una
cierra los ojos y el mal trago pasa en cinco minutos.
Luego la
vida es tuya.
ROSAURA:
(Respirando
hondo) Vale, mamá, lo que
tú digas.
(Abren
la puerta, y entra Flor despacio,
sujetando a su padre que a duras
penas puede
andar.)
FLOR:
Mamá,
estaba dormido y no se quería venir.
JACINTA:
¿Dormido?,
¿no tienes tiempo con dormir
de noche?
SALVADOR:
Mujer, el solecico da morrina, y de mi
edad ya no queda nadie. Antes
me daba compaña el
Manuel, el pobre.
JACINTA:
Pues a la casa de uno.
SALVADOR:
Mujer, ¿ya quieres enterrarme en vida?
JACINTA:
Ya no eres un niño, Salvador, que
mañana haces noventa y cinco, y
cualquier día te
caes y nos buscas una ruina.
SALVADOR:
¿Una ruina? En esta casa yo soy la
única ruina.
FLOR:
(Con gesto de enfado) ¡Papá, no digas eso!
Si te pasa algo me
muero.
SALVADOR:
(La abraza como puede) ¡Si no fuera
por ti y tu hermana!
ROSAURA:
(Deja la costura y se levanta a abrazarle)
¡Yo no quiero que te pase
nada, papá!, ¡te quiero
mucho!
SALVADOR:
¡Y yo a vosotras!, ¡a las dos igual!
(Se
suma Jacinta al abrazo.)
JACINTA:
¡Yo también os quiero, hijas mías!, ¡si no
fuera por vosotras!
ACTO
2
(Salvador
está en una habitación de cuerpo
presente. Comienza a llegar gente
a la casa. En
la habitación contigua, Jacinta y sus dos hijas,
están
de negro riguroso.)
VECINAS,
1, 2,3:
(Al unísono) ¡Cuanto lo siento,
Jacinta!, ¡me acabo de enterar!,
¡dame un beso, hija
mía!, ¡ay, niñas!
JACINTA:
(Las besa) ¡El pobre mío ya descansa! (y
con rabia) ¡por su culpa
descansa!
ROSAURA:
¡Mamá, por Dios!
VECINA
2:
A ver, Jacinta, las cosas pasan porque
tienen que pasar.
JACINTA:
Le dije que se caería, que él no tiene que
salir, y mira que fin ha
tenido.
(Entra
más gente, van dando el pésame y buscando
acomodo. Entra un señor
y Jacinta da un respingo.)
JACINTA:
(Le besa) Gracias por venir, Pablo.
PABLO:
¿Puedo verle?
JACINTA:
Sí, vamos.
(A
la habitación del difunto entran Pablo y Jacinta.
Allí, a solas, él
la abraza y besa en los labios.)
JACINTA:
(Le empuja) ¡Aquí no, tonto!
PABLO:
(La vuelve a besar, y ella no se resiste) Te
amo, Jacinta, ya no
habrá nada que nos impida estar
juntos.
JACINTA:
(Sin soltarse de sus brazos) ¡Calla, loco!
Ahora podrás menos. Solo
faltaba que alguien nos
viese. Dejarás un tiempo de verme.
PABLO:
¡Ni lo sueñes!
JACINTA:
Sí. En un tiempo no quiero que te
acerques a mí. Luego ya veremos.
(Entra
Flor de improviso. Jacinta se suelta de Pablo y
deambula nerviosa por
la habitación.)
FLOR:
Mamá, ha llegado el Padre Luis.
JACINTA:
¿El cura?, ¡ya para qué!, ¡tarde, como
siempre!, ¡tu padre ya no
necesita a un cura!, ¡me
va a oír!
PABLO:
Tranquila.
(Se
va Flor.)
JACINTA:
Y tú ya sabes, aléjate de mí.
PABLO:
Te amo, Jacinta, no lo olvides.
JACINTA:
¡Amor, amor!, ¡Dios, la cruz de toda mi
vida! Yo no necesito amor.
Yo solo necesito...
morirme.
(Intenta
salir, pero Pablo la coge del brazo y vuelve a
besarla.)
PABLO:
No tardes mucho. La vida se nos va.
(Jacinta
sale. Le dan el pésame más personas. Se le
acerca D. Luis.)
DON
LUIS:
Dios lo acoja en su gloria, Jacinta.
JACINTA:
No con su ayuda, Padre. Le estuve
esperando aunque su muerte fuese en
el acto. Pero,
fresco, me hubiese gustado su extremaunción.
DON
LUIS:
Estuve indispuesto. Algo que comí me
sentó mal. No podía salir de
casa.
JACINTA:
Ya, ya. Excusas.
DON
LUIS:
No se enfade. Su marido era muy
religioso. Ya tiene el cielo ganado.
JACINTA:
Entonces su extremaunción es
innecesaria, Padre.
DON
LUIS:
No ofenda a Dios. Le daré mi bendición.
Antes o después surte el
mismo efecto.
JACINTA:
(con sarcasmo) Y que lo diga, Padre.
(Llega
D. Nicolás, con garrota y quejumbroso. A
Jacinta se le ilumina la
cara.)
DON
NICOLÁS:
Señora mía, mi más sentido
pésame.
JACINTA:
¡Oh, D. Nicolás, muchísimas gracias por
venir! (Llama a Rosaura,
al tiempo que empuja a
Don Luis a la habitación del difunto) ¡Aquí
está mi
niña! (Se acerca también Flor. D. Nicolás besa a las
dos).
DON
NICOLÁS:
Siento mucho lo de vuestro padre,
una irreparable pérdida.
(Las
dos hacen pucheros, y lloran.)
JACINTA:
Niñas, por Dios.
DON
NICOLÁS:
Es normal, deje usted que se
desahoguen.
JACINTA:
A ver, D. Nicolás, mi niña también llorará
por la boda. Habrá
que...
DON
NICOLÁS:
No se preocupe, no es momento de
eso. La fatalidad es hora la que
dicta su voluntad.
Cuando acabe el luto ya celebraremos la boda.
JACINTA:
No esperaremos tanto, D. Nicolás. Ya
hablaremos.
(D.
Nicolás se sienta a duras penas al lado de
Rosaura. Jacinta entra a
la habitación del difunto,
donde sigue Pablo, y D. Luis ya acabado
su
extremaunción. Pablo le coge la mano a Jacinta, y
ella se deja.)
DON
LUIS:
(Tras hacer al difunto la señal de la
cruz) Dios le lleve al camino
eterno.
JACINTA:
Ha sido un buen hombre, Padre.
DON
LUIS:
(Mirando a Pablo con recelo) La deja a
usted en la flor de la vida.
JACINTA:
No creo, Padre. A mis cincuenta y cuatro
ya he tenido junto a él
toda la vida que necesitaba.
DON
LUIS:
Jacinta, el amor es niño y nunca debe
hacerse viejo.
JACINTA:
¿Llama usted a mi amor viejo?
DON
LUIS:
No. el suyo es muy niño, le brilla en los
ojos.
(D.
Luis sale. Pablo y Jacinta se miran. Él intenta
besarla, pero ella
se zafa y sale, busca acomodo al
lado de sus hijas. Pablo también
sale y se sienta
frente a Jacinta sin dejar de mirarla. Entra a la
casa
un joven algo nervioso, se acerca a Jacinta y a sus
hijas y las
da el pésame.)
JACINTA:
(Susurra a Rosaura) ¿Quién es?
ROSAURA:
Es el hijo de Federico, el fontanero que
nos trabaja.
FLOR:
(Atenta) Se llama Federico.
JACINTA:
(Con ironía) Estás muy informada.
ROSAURA:
(Con reproche) ¡Mamá!
JACINTA:No,
si no digo nada. No lo he visto nunca
y me ha extrañado que tu
hermana le conozca.
FLOR:
Vamos al mismo instituto, mamá.
JACINTA:
(En voz baja) Pues no quiero que hables
con él.
ROSAURA:
Mamá, no es sitio para hablar de eso.
DON
NICOLÁS:
La juventud tiene alas, señora mía.
JACINTA:
(Enérgica) ¡Mi hija no!, las tendrá cuando
se case como Dios
manda, y no con cualquiera.
(Flor,
con aire de rebeldía, se levanta y se acerca a
Federico.)
FLOR:
¿Quieres ver a mi padre?
FEDERICO:
Sí.
(Entran
a la habitación. Jacinta les sigue con la
mirada. Dentro, y a solas,
Federico la besa.)
FEDERICO:
Cariño, no le caigo en gracia a tu madre.
FLOR:
(Devolviéndole el beso) Da igual. No me
importa lo que diga. Yo te
quiero.
(Se
besan apasionadamente. En ese momento entra
Jacinta y les ve.)
JACINTA:
(Enérgica) ¡Joven, salga de esta casa, y
no vuelva a poner los pies
en ella!
(Flor
se aleja zapateando y llorando.)
ACTO
3
(Ha
pasado un año. Falta una semana para la
boda de Rosaura y D.
Nicolás. En el salón de la
casa, Jacinta y dos dos hijas, cosen.)
JACINTA:
¡Que hartura de Semana Santa!, ¡estoy
ya de trompetas y de tambores
hasta el gorro!,
¡quién nos mandaría vivir enfrente de la iglesia!
ROSAURA:
No digas tonterías, mamá. Vivimos en el
mejor sitio de Bailén.
Muchas quisieran.
JACINTA:
¿Y tus nervios? Ya mismo serás una
mujer casada. El ramo de rosas
que te trajo D.
Nicolás es precioso.
ROSAURA:
Sí, no está mal.
JACINTA:
¿Mal?, En esas rosas se huele el amor
que D. Nicolás te tiene. Y el
bolsillo, que cualquiera
no puede pagarlas.
ROSAURA:
Será.
JACINTA:
Por cierto, desde hace días veo al Joaquín
aquel (y ante el gesto
de extrañeza de Rosaura) sí,
aquel chico de mala muerte del que
estuviste
prendada, ¡válgame Dios, hija mía! (y sigue) pues le
veo
pasar mucho por esta calle o salir de la iglesia.
Me ha parecido
raro. Incluso nos hemos cruzado y se
permite mirarme con cierta
desfachatez. ¿No habrás
hablado con él?
ROSAURA
:
(Con gesto de enfado) ¡No, mamá, no!
Ya me lo has preguntado cien
veces. No, mamá.
JACINTA:
Espero.
FLOR:
Mamá no hay hilo rojo, me hace falta. Dijiste
que ibas a comprar
carne para hoy. Llégate de
camino. Yo no puedo dejar esto.
JACINTA:
Vaya. Por tus narices hay que comer hoy
carne, y queda cocido de
ayer, pero bueno (Mira la
hora en el reloj de pared, y se levanta)
Voy a la
plaza del mercado y paso por Los Canos antes de
que cierren.
¿Falta algo más?
ROSAURA:
Pues... trae una madeja de gris...y otra
de azul marino.
(Jacinta
se sacude la ropa, y se marcha.)
FLOR:
Un día te va a pillar.
ROSAURA:
Calla loca. Y ten cuidado tú, ¿crees que
no te veo?
FLOR:
Lo que no entiendo es por qué te casas con
ese viejo. Si no puede ni
andar, josu.
ROSAURA:
A ver, es una cojera de nacimiento. Y no
es tan viejo.
FLOR:
¿Que no?, claro, solo te lleva cuarenta y dos
años. Es como
acostarte con un abuelo.
ROSAURA:
Pues como papá y mamá. Ellos se
llevaban cuarenta años.
FLOR:
¿Y tú lo ves normal? Yo jamás haré eso. No
me casaré con nadie
por dinero, ni siquiera de mi
misma edad. Y luego mira lo que hacéis.
ROSAURA:
Cuidado, mocosa, con lo que dices.
FLOR:
No me callo. No me casaré con un abuelo
porque esté forrado para
acostarme con Federico a
escondidas, como haces tú con Joaquín.
ROSAURA:
Yo no me acuesto con nadie, no te
pongas eso en la boca. De que lo
salude a veces a
acostarme va un mundo.
FLOR:
No me engañas. El día que mamá fue a
Linares, y creías que yo
había salido, estuviste con él
en tu cuarto. Te sentí gemir como
una loca.
(Rosaura
la abofetea. Luego la abraza, y lloran.)
ROSAURA:
No se te ocurra decir nada a mamá.
FLOR:
¿Sabes?, Ese Pablo viene cuando vamos a
clase de baile. ¿Recuerdas
el día que falté, bueno,
varios, con la excusa de que me dolía la
cabeza?
Pues no. Venía a ver. Y estaban en la cama. Y no
solo ahora.
También viviendo papá. Llevan años
juntos.
ROSAURA:
Ya.
FLOR:
¿Ah, lo sabías? Y aún así la dejas hacer su
santa voluntad. Eres
tonta de remate.
ROSAURA:
Mamá jamás aceptará a Joaquín, y Don
Nicolás me da pena. Es muy
recto y formal. Aún no
me ha dado ni un beso en la boca.
FLOR:
¡Qué asco!
ROSAURA:
No, no creas. No durará mucho. Está
pachucho. Y fíjate luego.
¿Sabes?, yo a Joaquín lo
amo, no es solo deseo, pero está sin
trabajo, vive
con una hermana, y yo sería su criada.
FLOR:
Eso te dice mamá. Pero nosotras tenemos
dinero y no necesitas que él
trabaje.
ROSAURA:
No, así no. ni él aceptaría eso. Es
demasiado hombre. Yo me casaré
con Don Nicolás,
vale, pero lo llevaré en mi corazón hasta que
esté
viuda.
FLOR:
¡Vaya una esperanza!, ¿y si dura lo que papá?
ROSAURA:
No creo.
FLOR:
¿Y si os descubre, y te llena de vergüenza?
ROSAURA:
Tendré cuidado.
FLOR:
Pues que sepas que yo me casaré con
Federico, aunque sea pobre como
una rata. Yo le
amo, y él a mí,y eso es lo único que importa.
ROSAURA:
¡El amor, el amor!, ¡ay!, ¡ser esclava o
señora!, ¡vivir, o
morir un tiempo en vida para nacer
a vivir de nuevo!, ¡ay!
FLOR:
Te compadezco, hermana. Tu amor me sabe
a viejo, ha nacido viejo. Y
el mío muy niño, y deseo
envejecer con él.
ROSAURA:
Yo no amo a Don Nicolás, solo le tengo
aprecio. Me trata bien, me
regala muchas cosas.
FLOR:
Lo que haces es un engaño, y a ti misma. Los
mejores años de tu
vida entre arrugas y babas, y
quizá hasta te haga un hijo.
ROSAURA:
No creo.
FLOR:
¿No crees?, bueno, puede que no suyo,
¿acaso crees que papá es
nuestro padre?
(Rosaura
vuelve a abofetearla, a abrazarla, a llorar
con ella.)
ROSAURA:
No lo sé, hermana, ni quiero saberlo.
(Tocan
a la puerta. Abre Flor.)
DON
NICOLÁS:
Buenos días, linda Flor, ¿están su
hermana y su santa madre?
FLOR:
Buenos días, Don Nicolás. Mi madre ha
salido,está mi hermana.
DON
NICOLÁS:
Me marcho entonces, su madre me
había citado.
FLOR:
No, no, pase usted, mi madre no tardará.
DON
NICOLÁS:
(Cojeando y quejoso) Bueno,
vengo, además, a traerle a mi niña un
regalo.
FLOR:
Pase, pase (y bajito) ¡uf, como huele!
ROSAURA:
(Haciéndose la sorprendida) ¡Oh, Don
Nicolás, buenos días! (se
besan en la cara) Aquí
bordando mis últimos pañuelos,¡qué
hartura!
DON
NICOLÁS:
(Tose casi sin consuelo) Pero están
preciosos. Como todo lo que
tocan sus manos.
(Flor
hace mohínes a sus espaldas. Rosaura sonríe.)
DON
NICOLÁS:
Hoy estoy como el tiempo. No me
asiento. Igual tengo frío que calor,
y mis huesos
renquean.
ROSAURA:
No se preocupe usted, que ya llegará el
verano.
DON
NICOLÁS:
Eso espero,que algo me alivia.
ROSAURA:
Pues con este tiempo raro no salga
usted de casa. Yo por usted, que
conste, que, ¡por
Dios!, encantada de que venga a verme.
DON
NICOLÁS:
Es que sabe usted, el otro día al
irme vi en Casa Lola una pinza de
plata, preciosa
para el pelo,y se la compré, y hoy me he decidido a
traérsela.
ROSAURA:
¿Sí?, ¡oh, Don Nicolás, qué detalles
tiene usted! Me tiene loca.
(Flor
sigue haciendo burla a espaldas de Don
Nicolás.)
DON
NICOLÁS:
¡Bah, no es nada!, un simple alfiler.
Yo quisiera regalarle un
mundo, pero todo llegará.
(Don
Nicolás busca, tembloroso, la cajita del alfiler
en el bolsillo de
la chaqueta, y al sacarla se le cae al
suelo. Rosaura se agacha y la
abre.)
ROSAURA:
¡Oh, Don Nicolás, es precioso! (le besa
en la cara) ¡Gracias!
DON
NICOLÁS:
Temía que no le gustase, que mi
gusto no fuese de su edad.
ROSAURA:
Tiene usted muy buen ojo. El gusto no
tiene edad. Lo luciré con
mucho cariño.
DON
NICOLÁS:
(Girándose a Flor) También me he
acordado de usted, linda Flor. Le
traigo unos dulces
de la confitería de María.
FLOR:
(Con bamboleo) Pues conmigo no ha
acertado. No me gustan los dulces.
DON
NICOLÁS:
¿No? Pues creía que sí. El otro día
le gustaban.
FLOR:
Pues...he cambiado de opinión.
ROSAURA:
¡Flor, no seas desconsiderada!
FLOR:
(Los acepta) Vale, muchas gracias, Don
Nicolás, por el detalle. Pero
no me gustan los dulces.
DON
NICOLÁS:
Bueno, déjelos para su santa
madre.
FLOR:
(Con sorna) Si quiere les dejo un rato a solas.
DON
NICOLÁS:
(Tose) ¡No, por Dios!, ¡qué pensaría
su madre!, además, si tarda
he de irme. He
comprado otra finca y he de ir al notario.
(Tocan
a la puerta. Abre Flor, y entra Pablo)
PABLO:
Buenas tardes, perdonen si molesto, ¿está
Jacinta?
FLOR:
(Sin dejar de mirarle de arriba a abajo) No,
ha salido. Pase usted.
PABLO:
No, si no está me marcho.
FLOR:
De ninguna manera. Pase y la espera usted,
no tardará.
PABLO:
(Nervioso) Ella me ha citado, pero si no
está...
FLOR:
Pues con más motivo. Pase y siéntese.
PABLO:
(Entra al salón) Buenas tardes, Rosaura,
Don Nicolás.
DON
NICOLÁS:
(Tose) ¡Hombre, a usted quería yo
verle!
PABLO:
Pues no sé. Diga usted.
DON
NICOLÁS:
Hoy firmo para comprar la finca
que le alinda. Y quería saber si
está interesado en
vender.
(Don
Nicolás y Pablo siguen hablando de sus cosas,
bajo la mirada
esporádica de Rosaura. Flor pasea
algo nerviosa por la habitación.
Tocan a la puerta y
va a abrir. Es Joaquín. Don Nicolás y Pablo no
reparan en él, hablando de sus asuntos.)
FLOR:
Pasa, Joaquín.
JOAQUÍN:
(Le cuesta articular palabra) Me ha
citado, Jacinta, su madre
FLOR:
Pasa. No está, pero no tardará.
JOAQUÍN:
(Entra al salón) Buenas tardes.
(Rosaura
da un salto de la silla.)
FLOR:
(Le ofrece una silla) Siéntate.
JOAQUÍN:
(Balbuceando) No entiendo qué puede
querer su madre.
(Rosaura
se levanta, y empuja a su hermana a una
habitación.)
ROSAURA:
(Muy nerviosa) ¿Esto es obra tuya?, a
mamá no se le ocurriría
llamarle. ¿Qué intentas
hacer?
FLOR:
(Con aplomo) Nada. Lo que debió hacer
mamá cuando tenía mi edad
con su madre. Seré una
niña, pero soy más mujer que vosotras.
ROSAURA:
Mamá te pegará por esto, lo sabes.
FLOR:
(Con rabia) Mamá ya me pegó una vez, y no
lo va a repetir.
ROSAURA:
Vas a provocar un escándalo.
FLOR:
No, si mamá no quiere. De ella depende. Yo
soy mayor de edad y amo a
Federico. No estoy
haciendo nada malo.
ROSAURA:
¿Y Don Nicolás?, ¡Dios, loca, la vas a
armar!
FLOR:
¡¡Miraa, loca tú!!!, él es un viejo y nunca
debería haber puesto
los ojos en ti. Podrías ser su
hija. Así que asuma las
consecuencias.
ROSAURA:
¡Me vas a arruinar la vida!
FLOR:
Estas ciega, hermana. Abrázame, y no temas
nada. El amor es un
milagro, y no es ni esclavo ni
nace viejo. Yo voy a casarme
enamorada, igual que
tú.
(Se
abrazan y lloran.)
ROSAURA:
Estas loca, loca, loca...
(Oyen
girar la llave en la puerta. Entra Jacinta. Al
entrar al salón da un
grito.)
JACINTA:
(Se repone, y sonríe a Don Nicolás)
Buenas tardes, Don Nicolás
(frunce el ceño al ver a
Joaquín) ¿qué hace usted aquí? (Mira
sorprendida a
Pablo).
FLOR:
Mamá... (sale del cuarto junto a Rosaura)
tenemos que hablar...
(Tocan
a la puerta. Va a abrir Rosaura. Entra
Federico.)
FEDERICO:
Buen...
(Jacinta
emite un suspiro, y cae al suelo sufriendo
un desmayo.)
ACTO
4. En una habitación está Don Nicolás en
una cama con una bolsa
de agua caliente en la
cabeza y un termómetro en la boca. En la
otra,
Rosaura mece una cuna.)
ROSAURA:
(Cantando) ¡Mi niño precioso, mi niño
guapo, dormido está...!
(Golpea
una piedra en la ventana.)
JOAQUÍN:
¡Shhhhhh...!, ¡cielo!
ROSAURA: (Se asoma) ¡Estás loco!, ¡mi marido
duerme pero puede oírte!
(Le
abre la puerta, y Joaquín entra.)
JOAQUÍN:
¡No puedo más, cariño!, ¡necesitaba
verte, y a nuestro hijo!
verte, y a nuestro hijo!
(Se
acerca a la cuna. Besa a Rosaura y coge al niño
en brazos. Lo besa una y otra vez.)
en brazos. Lo besa una y otra vez.)
ROSAURA:
Tienes que irte. Va a venir mi madre.
Me dijo que vendría esta tarde.
Me dijo que vendría esta tarde.
JOAQUÍN: (Mirando al cuarto) ¿Cuanto crees que le
queda?
ROSAURA: No sé. El médico vino ayer y lo ve muy
mal. Cree que tiene neumonía. Yo creo que no sale.
JOAQUÍN: Cariño, no puedo más. La gente ya
murmura. Algo me ha dicho un amigo mío. Pero yo
no puedo dejar de verte. Ojalá y se muera.
ROSAURA: No digas eso. Yo solo digo que cuando
Dios quiera. Pero te necesito todos mis días, todas
mis noches.
(Joaquín
deja al niño en la cuna. Y se besan.)
DON
NICOLÁS:
(A duras penas) ¡Rosaura...!
ROSAURA: Vete, Joaquín, amor mío, vete... El
martes nos vemos donde siempre, pero ahora vete,
vete....
(Joaquín,
reticente, se marcha.)
ROSAURA:
(Se repone, y entra al cuarto) ¿Qué
quería usted?
quería usted?
DON NICOLÁS: (Con esfuerzo) ¿Con quién
hablabas?
ROSAURA: ¿Yo...?, con una vecina, por la ventana.
DON NICOLÁS: (Tose, y con un hilo de voz) Me ha
parecido voz de hombre, Rosaura...
ROSAURA: No, no oye usted bien. Era María, que
preguntaba por usted.
DON NICOLÁS: (Tose, estornuda) ¿Y nuestro hijo...?
ROSAURA: Muy bien. Usted no se preocupe. Usted
a ponerse mejor. A ver ese termómetro. (Lo mira)
¡Uy, no bajan los treinta y ocho! Le cambiaré la
bolsa,y le daré una pastilla para que se duerma un
rato.
(Don
Nicolás le coge la mano. Tose.)
DON
NICOLAS:
Rosaura, quizá me muera pronto, y
quiero que me prometas una cosa. Todo lo mío ya es
tuyo, del niño, pero no quiero que lo disfrute nadie,
solo él y tú. (Tose) No quiero que te cases con nadie,
Rosaura. (Tose durante un rato interminable)
Prométemelo.
quiero que me prometas una cosa. Todo lo mío ya es
tuyo, del niño, pero no quiero que lo disfrute nadie,
solo él y tú. (Tose) No quiero que te cases con nadie,
Rosaura. (Tose durante un rato interminable)
Prométemelo.
ROSAURA: ¿Pero qué cosas dice usted?, ¡ains!
Usted se pondrá bien, no sé como se pone eso en la
boca.
DON NICOLÁS: (Sin dejar de toser) Prométemelo...
ROSAURA: (Zafándose de su mano) ¡Pero como voy
yo a casarme con nadie! Calle usted. Voy a
cambiarle la bolsa.
(Sale
del cuarto. Coge al niño en brazos, se acerca a
la ventana, y llora.)
la ventana, y llora.)
ROSAURA:
¿Por qué no te hice caso, hermanita?,
¿donde estará ni Flor?, ¡no puedo más!, ya no lo
soporto...
¿donde estará ni Flor?, ¡no puedo más!, ya no lo
soporto...
(Tocan
a la puerta. Abre, y entran Jacinta y Pablo.)
ROSAURA:
(Se acerca a su madre, y la besa) Hola,
madre. (Le tiende la mano a Pablo) Hola, Pablo.
Sentaros.
madre. (Le tiende la mano a Pablo) Hola, Pablo.
Sentaros.
PABLO: Hola, Rosaura. Me alegro de verte.
JACINTA: ¿Cómo sigue tu marido?
ROSAURA: ¿Don Nicolás?, mal. Tiene neumonía. La
fiebre no baja.
JACINTA: ¿Y el niño? (Se levanta y acerca a la
cuna) ¡Qué preciosidad! (Se sienta) ¿Está bien?
ROSAURA: Sí.
JACINTA: ¿Y tú?
ROSAURA: Estoy bien, mamá.
JACINTA: Por tu aspecto das a entender otra cosa.
ROSAURA: (Molesta) Mamá, estoy bien. (Y algo
alterada) ¿Cómo crees que puedo estar?
JACINTA: Pues no sé. Tienes a tu hijo y no te falta
de nada.
ROSAURA: (Levantando la voz) ¡Tengo a un hijo
preciosa, mamá, y me falta todo!,¡todo!,¡todo lo que
tú ahora tienes!,¡lo que mi hermana tiene...! (Llora)
¡Eso me falta, mamá!
(Jacinta
se levanta a abrazarla, y ella se zafa de sus
brazos.)
brazos.)
ROSAURA:
¡Déjame!
JACINTA: (Abatida) Nunca quise nada malo para ti,
hija. Nunca es tarde. Yo quería tu felicidad, y nunca
es tarde...
ROSAURA: ¡Lo es!, ¡nunca debí hacerte caso!,
¡nunca, nunca...!
(Jacinta
vuelve a intentar abrazarla, pero de nuevo
se aparta.)
se aparta.)
ROSAURA:
¡Déjame!, ¿de qué te sirvió estar con
papá?, ¡Siempre le engañaste!, ¡el dinero, el maldito
dinero...!, ¡lo quemaría todo, todo...!
papá?, ¡Siempre le engañaste!, ¡el dinero, el maldito
dinero...!, ¡lo quemaría todo, todo...!
JACINTA: Sé consecuente, hija mía. Ya está hecho.
Don Nicolás es un buen hombre, tienes un hijo
precioso...
ROSAURA: (Fuera de sí) ¡Que no es suyo!,
¡demasiado lo sabes!, ¡otra vida, como la tuya, de
mentira!
(Pablo,
azorado, hace el amago de irse.)
ROSAURA: No, Pablo, no hace falta, ¿o debo
llamarte papá?
(Jacinta
tiene un amago de desmayo. Pablo la sujeta
por la espalda.)
por la espalda.)
ROSAURA:
¿Otro desmayo? Ya no cuela, mamá.
JACINTA: (Levantando los brazos, sorprendida)
¡Pero qué dices de Pablo!, ¿Pablo tu padre?, ¿de
donde sacas eso, hija mía?
ROSAURA: Mamá, por favor, no mientas más. Pablo
es mi padre, hace años que lo sé.
PABLO: Jacinta..., Rosaura, yo...
JACINTA: ¡Tú, cállate! Hija, eso es una infamia que
no te voy a consentir. Que ahora estemos juntos
nada tiene que ver. Yo nunca engañé a tu padre.
ROSAURA: (Enérgica)¡Mamá, sal de esta casa!, ¡no
quiero volver a verte! Que sepas que no me importa
quién sea en verdad mi padre, porque para mí es a
quién he querido y me ha acompañado durante toda
mi vida.
JACINTA: Pablo ha sido siempre un buen amigo,
nada más. Al morir tu padre, a ver, la vida sigue,
como algún día te ocurrirá a ti.
PABLO: Jacinta...
JACINTA: ¡Cállate!
ROSAURA: ¡Mamá, no te lo voy a repetir, sal de
esta casa! ¡No volverás a mentirme!, ¡jamás!, ¡toda
la vida te he respetado, algo que tú no has hecho
conmigo ni con mi hermana!
JACINTA: (Mira al cielo y llora) ¡Mi niña!, ¡mi Flor!,
¿donde estás, hija mía?, ¿adonde te fuiste?, ¡qué
castigo, Dios!
ROSAURA: (Con rabia) ¡Un justo castigo!, ¡una vida
de mentira, y una familia destrozada!, ¡maldigo el
día en que te hice caso!, ¡jamás, jamás debí hacerlo!
(Mira lejos) ¡Flor, hermana mía!, ¿donde estás?, ¡ni
una noticia tuya, ni una carta!
JACINTA: ¡Daría mi vida por verla, hija mía!
ROSAURA: ¡Te morirás con esa pena!, ¡aquel día
dijo que mientras vivieses jamás pisaría tu casa, y
sé que lo cumplirá. ¡Aquel día que los echaste a
todos y la abofeteaste!
JACINTA: (Absorta) Pero ese chico..., sin tener
donde caerse muerto, un fontanero. Y mi hija con él,
la pobre, una criada, una fregona, una pobre
desgraciada.
ROSAURA: ¡Yo soy una pobre desgraciada!, ¿de qué
me sirve lo que tengo?, ¿para qué? Amo a Joaquín, y
estoy engañando a ese pobre hombre. Él tampoco se
merece este engaño, como tampoco lo mereció
papá. ¡Amo a Joaquín, mamá! Siempre le he amado.
Es el padre de mi hijo. Dime qué sentido tiene esta
farsa, este amor viejo, viejo, viejo... (Llora)
PABLO: Rosaura...
JACINTA: ¡Tú, cállate!
PABLO: (Se rehace) No, Jacinta no me callo. Ya es
hora de que le pida perdón, aunque no lo merezca.
Sí, Rosaura, he amado a tu madre desde muy niños,
pero ella se empeñó en casarse con tu padre. Yo
nunca he llegado a entenderlo. Yo no tenía un mal
trabajo, hubiéramos vivido humildemente pero no
nos hubiese faltado de nada. Así la tenía a ratos y
eso me consolaba. Puede que sea tu padre, quizá,
con toda probabilidad, y entendía aún menos la
actitud de tu madre. No te pido tu perdón, no lo
merezco, pero entiende que mi amor era verdadero,
y cedí. Amaba de verdad, y cedí, acepté ese modo
de vida. Te pido perdón también por alegrarme de la
muerte de tu padre. Es lo que estuve esperando
toda mi vida...,, toda mi vida, Dios, (llora) lo siento,
lo siento...
ROSAURA: (Se acerca a Pablo y le abraza) ¡No
pienso mal de usted!, ¿como voy a hacerlo si mi
Joaquín está viviendo lo mismo?, pero aunque así
fuese nunca sentiré que es usted mi padre. No se
preocupe, tiene mi perdón.
JACINTA: Hija, yo...
ROSAURA: (Más serena) Mamá, no te lo volveré a
repetir, sal de esta casa. Pase lo que pase no quiero
volver a verte.
JACINTA: (Consternada) ¡Hija...!)
ROSAURA: Adiós, mamá.
Acto 5: En una habitación está Jacinta en la
cama. En la otra está Don José, el doctor, con
Rosaura.
ROSAURA: ¿Cómo la ve usted, Don José?
DON JOSÉ. Está estable, no se preocupe. El golpe
fue muy fuerte, y suerte tuvo de salvarse. Tiene
muchos hematomas y nada roto, gracias a Dios,
pero el ánimo muy bajo. Parece como si no quisiera
vivir. Ha sido un golpe duro el saber que Pablo ha
muerto en el accidente. Ahora necesita todo el
cariño del mundo, y tiempo para recuperarse. Si
nota algo extraño me llama. Vendré pasado mañana
ROSAURA: Gracias, Don José.
(Don
José se marcha)
ROSAURA:
(Mirando por la ventana) ¡Dios, más me
castigas!, ¡a mis veintiocho años y con la vida
acabada! Don Nicolás resistiendo, nada puede con
él,y ahora mi madre poniendo a prueba mi entereza,
mi odio y mi repulsa, y Joaquín, ¡oh, mi amor!,
trabajando lejos (Suspira) ¡Cuanto espero tus
abrazos y tus besos!, ¡qué largos son mis días y mis
noches!, ¡Solo mi niño, mi niño!, ¡por él, por él!,
¡por el vivo y sigo adelante!, si no ya estaría muerta,
muerta...
castigas!, ¡a mis veintiocho años y con la vida
acabada! Don Nicolás resistiendo, nada puede con
él,y ahora mi madre poniendo a prueba mi entereza,
mi odio y mi repulsa, y Joaquín, ¡oh, mi amor!,
trabajando lejos (Suspira) ¡Cuanto espero tus
abrazos y tus besos!, ¡qué largos son mis días y mis
noches!, ¡Solo mi niño, mi niño!, ¡por él, por él!,
¡por el vivo y sigo adelante!, si no ya estaría muerta,
muerta...
(Entra
al cuarto. Su madre duerme.)
ROSAURA:
¡Cuanto daño te has hecho y nos has
hecho!, ¡jamás te perdonaré!, para ti la vida solo
tenía mañana, posición, seguridad, todo impostado,
sin una muestra real de cariño, todo falso para que
siguiéramos tu estela. Perdiste el presente, los
detalles, los instantes, que son la esencia de la vida.
Amaste a escondidas, y con el engaño a la luz. Pablo
no te merecía, deberías haberle abandonado, como
mi Joaquín tampoco me merece. No es amor, sino
solo sacrificio lo que les pedimos. Tú y yo somos
basura, no merecemos ni un minuto de felicidad. A ti
ya te han castigado. Y yo no espero indulgencia.
Aunque Don Nicolás muera jamás será lo mismo,
nada será lo mismo. Ni siquiera nuestro hijo llevaría
su apellido...
hecho!, ¡jamás te perdonaré!, para ti la vida solo
tenía mañana, posición, seguridad, todo impostado,
sin una muestra real de cariño, todo falso para que
siguiéramos tu estela. Perdiste el presente, los
detalles, los instantes, que son la esencia de la vida.
Amaste a escondidas, y con el engaño a la luz. Pablo
no te merecía, deberías haberle abandonado, como
mi Joaquín tampoco me merece. No es amor, sino
solo sacrificio lo que les pedimos. Tú y yo somos
basura, no merecemos ni un minuto de felicidad. A ti
ya te han castigado. Y yo no espero indulgencia.
Aunque Don Nicolás muera jamás será lo mismo,
nada será lo mismo. Ni siquiera nuestro hijo llevaría
su apellido...
(Tocan a la puerta. Rosaura abre, y entran dos niños
con alboroto, luego Flor y tras ella Federico.)
ROSAURA:
(Incrédula y limpiándose los ojos con un
pañuelo.) ¡¡¡Hermana!!!, ¡vaya, qué sorpresa! (Se
abrazan y besan con efusividad) ¡qué alegría,
cuantos años!
pañuelo.) ¡¡¡Hermana!!!, ¡vaya, qué sorpresa! (Se
abrazan y besan con efusividad) ¡qué alegría,
cuantos años!
FLOR: (Sin dejar de besarla) ¡Diez años y dos
meses!, diez largos años, hermanita.
ROSAURA: (A Federico) ¡¡Hola!! (Le besa) ¡Estás
igual que la última vez que te vi! (y se gira) ¿y estos
diablillos?
FLOR: El mayor Iván, seis años, y Enrique de cuatro.
(Rosaura
como puede les frena en sus carreras y les
da un puñado de besos.)
da un puñado de besos.)
ROSAURA:
Son preciosos, pero sentaros, sentaros...
FLOR: ¿Y mamá?
ROSAURA: En el cuarto. Duerme. Está muy sedada.
Fue un accidente espantoso. Se salieron de la
carretera y dieron varias vueltas hasta chocar contra
un árbol. Pablo murió en el acto, y mamá tuvo
mucha suerte, no tiene nada roto. Don José dice que
tendría una recuperación muy lenta, y ya veremos
como responde.
FLOR: Me llamó una amiga de Bailén. Solo a ella le
dejé nuestra dirección y el teléfono.
ROSAURA: ¡Y yo sin saber de ti!, ¡cuanto me has
hecho llorar!
FLOR: (Seria) Desde que te casaste no quise saber
más de ti. Pero eres mi hermana y ella mi madre.
ROSAURA: (Intentando sonreír y cambiar el tema)
Y bueno, ¿donde habéis estado?, quiero decir,
¿donde vivís?, tú, Federico, ¿sigues en la fontanería?
FEDERICO: Sí, mi padre se jubiló, y yo he seguido
con la empresa. Estamos en...
FLÓR: (Súbita) ¡¡No!!, calla, mi amor. Lo siento,
hermana. No va a cambiar nada. He venido a ver a
mi madre, algo que no se merece, pero aún tengo
corazón. Tú estás aquí, y bueno, tampoco mereces
ni que te mire a la cara. Pero eres mi hermana, y
aún tengo corazón. A tu casa no habría ido a verte.
Solo te deseo lo mejor.
(Rosaura
gime)
FLOR:
Solo te queda eso, llorar. Y seguir tu vida
falsa.
falsa.
ROSAURA: ¡Estoy tan arrepentida!, ¡tengo tantas
ganas de morirme!, solo vivo por mi hijo, por mi
hijo...
FLOR: ...que será de Joaquín.
ROSAURA: Sí.
FLOR: Mi amiga me dice que oye rumores. Y que es
un niño precioso (le abre los ojos, y le sonríe).
ROSAURA: ¡Una prenda, hermana!, ya tiene nueve
años, y es muy aplicado, prefiere los libros a los
juegos...
FEDERICO: (A los niños) No toquéis nada...
ROSAURA: Déjales. Que jueguen, no importa si
rompen algo. ¿Y Iván, y Enrique?, ¡qué guapos son!
FLOR: Iván va bien, pero es perezoso, le veo de
fontanero.
FEDERICO: (Sonríe) ¡Vaya!, ¿me llamas perezoso?
FLOR: (Le acaricia) Tonto. A ti tampoco te gustaba
estudiar y trabajando te ves. Que no digo que ser
fontanero sea nada malo.
ROSAURA: El mío quiero que vaya a la universidad,
que elija una carrera.
FLOR: (Tuerce el gesto) Claro, tú que puedes. De tu
marido tiene el apellido, nosotros no podemos
permitirnos eso.
ROSAURA: Perdona, hermana, no he querido...
FLOR: Da igual, nosotras también llevamos un
apellido que no nos corresponde, aunque yo lo luzco
con orgullo.
ROSAURA: Pablo era un buen hombre.
FLOR: Alguien que participe en eso para mí no
merece llamarse persona.
(Rosaura
gime)
ROSAURA: La culpa no fue suya.
FLOR: Tanto como la tuvo mamá, tanta como la
tiene Joaquín.
(Rosaura
se levanta enfadada, con gesto de enfado.)
ROSAURA:
¡A mí, y a mamá, insúltanos lo que
quieras, pero no a ellos.
quieras, pero no a ellos.
FLOR: Ellos son iguales que vosotras, unos falsos.
Han destrozado su vida por nada. Mira a Pablo, por
nada, por nada. Y tú llevas casada ya diez años, los
mejores de tu vida.
ROSAURA:¡No puedo dar marcha atrás!, ¡ojalá y
aquel día me hubiese ido contigo!, lejos, lejos... Con
él no me hubiera importado trabajar, en lo que
fuese...
FLOR: Todavía puedes.
ROSAURA: No, ya no. mi vida no me importa.
Joaquín ha ido a Francia a la vendimia. Aquí no hay
nada, ¿qué sería de mi hijo?, jamás sería nadie.
FLOR: (Con rabia)¿Ves? Eres igual que mamá. Sois
despreciables. Os merecéis lo peor.
FEDERICO: ¿Cariño...!
FLOR: No, amor, es la verdad, aunque duela.
Nosotros no tenemos nada. Vivimos en un piso
pequeño. Nada nos falta pero no podemos
permitirnos lujos, y ¿sabes?, soy feliz, muy feliz. Me
iría contigo a donde fuese, debajo de un puente,
porque te quiero, y el amor es lo más maravilloso
del mundo. ¿qué somos sin amor?, no somos nada,
no somos nadie. ¿qué sois vosotras?, bultos
acomodados, personas que vivís sin esfuerzo, sin
valores, mujeres que os habéis vendido por dinero,
que os habéis ofrecido al mejor postor.
ROSAURA: (Llora) Lo sé, lo sé, y bien que voy a
pagarlo.
FLOR: ¡Hermana, abre los ojos!, tienes veintiocho
espléndidos años, huye de ese viejo, ahora mismo,
coge a tu hijo y vendimia, friega suelos, o lo que
haga falta, que para vivir no se necesita tanto si hay
amor. Y tú lo tienes. No lo malgastes. Puedes,
todavía puedes...
ROSAURA: (Llorando) No, ya no, ya no. mi hijo, por
mi hijo. No puedo hacerle eso.
FLOR: (Se levanta, y hace gestos a Federico para
que le acompañe) Vamos a ver a mi madre. (Se gira
a su hermana) A mí no volverás a verme. Lo siento,
hermana. Y te quiero, te quiero con toda mi alma,
pero no, no puedo, así no. Sé lo más feliz que
puedas, pero no, lo siento, lo siento, jamás volverás
a verme.
(Flor
y Federico entran en la habitación donde está
Jacinta dormida. Permanecen unos segundos, y
salen dirigiéndose a la puerta. Federico besa a
Rosaura. Flor en cambio se va sin despedirse.
Rosaura intenta coger a los niños para besarles, pero
estos la evitan y se marchan corriendo tras sus
pasos.)
Jacinta dormida. Permanecen unos segundos, y
salen dirigiéndose a la puerta. Federico besa a
Rosaura. Flor en cambio se va sin despedirse.
Rosaura intenta coger a los niños para besarles, pero
estos la evitan y se marchan corriendo tras sus
pasos.)
Acto
6. Rosaura está en su casa sentada en una
mecedora. En la otra habitación está Don
Nicolás, visiblemente enfermo en la cama.)
mecedora. En la otra habitación está Don
Nicolás, visiblemente enfermo en la cama.)
ROSAURA:
(Canturrea)
Aprendí de chiquitita
que el amor no tiene edad
porque jamás se necesita
que el amor sea de verdad.
(Se pone seria)
Buscando la libertad,
se encuentra la soledad...
(Se
balancea. Pero bruscamente deja de cantar y
camina por la habitación) Tus labios los tengo
clavados en mis ojos. Un abismo es el mar a solas.
Mi memoria desfallece encendida. Llevo algo en mí,
donde aún soy yo misma...¡pero qué digo!, desvarío.
(Mira lejos) Ya solo soy la madre de los espejismos,
la soñadora de los paraísos de nieve. Madre, ¿desde
el cielo me ves feliz? Soy tu mejor alumna, y la
única, la última. Conmigo acaba todo. Y he sido
mejor que tú. Mírale. (señala a la otra habitación)
Ciento cinco años, resiste su corazón, y el mío está
hecho pedazos. El suyo latiendo, y no le detengo con
mis propias manos. Aquí me tienes, madre, a una
jabata de cincuenta años luchando por nada, por
nadie.
camina por la habitación) Tus labios los tengo
clavados en mis ojos. Un abismo es el mar a solas.
Mi memoria desfallece encendida. Llevo algo en mí,
donde aún soy yo misma...¡pero qué digo!, desvarío.
(Mira lejos) Ya solo soy la madre de los espejismos,
la soñadora de los paraísos de nieve. Madre, ¿desde
el cielo me ves feliz? Soy tu mejor alumna, y la
única, la última. Conmigo acaba todo. Y he sido
mejor que tú. Mírale. (señala a la otra habitación)
Ciento cinco años, resiste su corazón, y el mío está
hecho pedazos. El suyo latiendo, y no le detengo con
mis propias manos. Aquí me tienes, madre, a una
jabata de cincuenta años luchando por nada, por
nadie.
(vuelve a canturrear)
Aprendí de chiquitita
que el amor no tiene edad
porque amar no necesita
que el amor sea de verdad.
(rabia)
¡el amor, el amor!, ¡cielo para los que solo tienen
corazón!, ¡los que disfrutan la ternura de un abrazo,
la catarata de un beso!, ¡de los instantes que llenan
las manos y que después te las vacían!, ¿qué hay de
amor en no poder dar luego estabilidad, en no
hacerte sentir a una altura debida?, ¿qué hay de
amor fregando suelos viendo pasar a las señoronas?,
¿donde está entonces el amor?, ¿para qué sirve
luego?, estando baldada, partida de la cintura,
derramada, desolada de ver a tus hijos con toda
bajeza. ¡Los hijos, los hijos!, ¡mi hijo, mi niño! (Con
suma rabia) ¡Otro como su padre!, ¡otro haragán
que vive del sudor de su frente!, ¡otro que desea dar
amor sin nada en las manos! (Llora) ¡Hijo, hijo!,
¿donde estás?, ¿por qué reniegas de mí?, ¿por qué
me has abandonado? (Se repone, con rabia) ¡Da
igual, suda suda hasta que revientes! (Con lágrimas
en los ojos)Y tú, mi amor, cuídale, cuídate, estéis
donde estéis. Algún día lo mío será vuestro. Esta
será vuestra casa, viviréis como señores. Yo velo por
eso. Morirá Don Nicolás y todo será vuestro,
vuestro... Cuando este pobre hombre muera, este
hombre, este pobre hombre al que nadie ha querido,
al que nadie ha amado nunca, porque su amor era
viejo, viejo, viejo.... (Llora)
(Se cierra el telón)
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