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No
buscan laureles
las
preguntas aladas,
ni
el viento puertos
de
morir latiendo.
De
mañana hablan el ocaso
y
el vientre de los ojos,
del
barrio al que se muda
el
deseo
con
las palabras de yeso.
De
mañana pinta
pasillos
de lunes a viernes
la
mente en esqueleto. Kilómetros
para
tomar aliento
en
el regazo
de
la caligrafía y los libros cumplidos,
aún
del sol y sus asuntos,
mas
más de las páginas
que
huyen del cemento
al
corazón de la belleza.
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