Un
momento sosegado,
hoy,
de un pájaro distante,
que
se pierde en los recuerdos
de
un futuro irrefrenable,
persevera
en la mirada
con
los te quieros al aire,
y
la voz en las esquinas
con
la pobreza en la sangre.
Primaveras
en los labios
e
inviernos de mala madre,
colores
de un paraíso
que,
frío, ya no es de nadie.
¿Se
lo ha tragado la tierra?,
¿su
origen ha sido en balde?
No
fue el puente a los latidos
un
paseo hacia la carne,
aunque
muy loca la sed
bebiera
ríos y mares,
sino
hollar en su respuesta
para
hacer un largo viaje,
más
allá de las urgencias
tan
inmensas del instante.
De
sus huesos nació el tiempo,
supo
de soles la tarde,
la
tarde de madrugadas,
las
horas que pudo darte.
Y
sigue con su grandeza,
mas
con la mar zozobrante,
si
está el hechizo dormido
y
el ánimo en el alambre,
no
sabe un solo nosotros
a
unos labios que se abracen.
El
romance enciende un beso,
un
beso que ya hay que darse.
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