Es
de volver a verte otro camino,
un
alambre invisible entre la gente,
donde
respiro solo tu relente
y
la luz que une así nuestro destino.
Es
de mar un instante tan salino,
tan
en cumbres y posos de la mente,
si
es el ansia de estar tan evidente
como
el temor a un vernos cristalino.
Es
de otro cielo el beso de la calle,
pinta
de azul el eco de una esquina,
y
deja un para siempre asido al viento,
logrando
que, en la sed, su voz estalle
y
vuelva su niñez de gelatina
al
último rincón del pensamiento.
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