Hemos
andado hablando todo un día,
juntos
alguna vez,
y
hemos aprendido
que
no dejarnos callar
ni
dormir
no
es una locura
si
nos duerme la voz,
y
volver y volver a vernos
es
así nunca
como
oficio corazón.
Cada
vez de otra sed
como
ejemplo.
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