(Imagen de la red)
El
amor seguía un camino ciego de viejos besos. Y él seguía su cuita
en el pensar cargada de ojalases.
La
amaba. Así, como a ella, no había amado jamás a nadie. Su vida
había sido un sentir de afuera sin saberlo realmente, quizá como un
periplo náufrago tras la sirena de una isla. Por eso,ante el corazón
indebido, saqueaba su ternura, toda la que nunca conducía a su
nombre, a nada que antes fue, realmente.
La
amaba, y recorría el pasillo de este hospital con una pequeña rosa
roja en la mochila y el temblor atado al deber indeciso.
Cerca
de la 308 tartamudeaba la excusa que le había traído a visitarla,
esa supuesta casualidad que le tenía aquí, a unos pasos de ella,
con la voz cayéndose a pedazos y sus ojos apoyados en su rostro de
verde belleza.
Respiró
al ver solo acompañándola a su tía, y voló en la ceniza de todo
su secreto.
Sonrió
a su tía y se acercó a besarla en la mejilla.
Desnuda
quedó la voz en fuga, y todas y cada una de las preguntas sucesivas,
encendido ya el tiempo de pájaros y universo.
Le
respondió el silencio de seda, su vestido sonriente. Y quedó a la
luz, repicando, otro instante verdadero.
La
rosa entre sus pechos, y un beso desobediente ataron a suspiros de
honda fragilidad, también a un ir y venir de muros de piedra.
Abrazó
en su mano la fe desecha, la espera aterida, a toda la sangre por
venir, y esculpió te amos con voces mudas al fuego de lunas a los
labios.
Que
apagaron en un beso...y otro...
Vete
ya
Cuando
venga tu tía
Siguió
el alma en su sed inundada, pero apoyada en sus raíces, hasta que el
último instante quedó sin vida.
El
adiós movió su pañuelo. La tía le siguió unos cuantos pasos.
Como
un devenir de los astros, cada palabra por venir se sabía cómplice,
y quedó en manos del pestañeo y la media sonrisa, al profundo olor
del camino en la sombra con todos los puentes rotos.
Aún
así de dulce quisiera.