Hay
mundo a la mano
en
los ruidos que arden,
oído
enamorado
donde
crece tu nombre,
hay
versos de leche
y
ojos de pan
al
vaivén de los hilos,
de
los pies sobre el agua,
de
tanta y tanta necesidad
de
verte. Hay
ser
muy posible
en
los vientos de piedra,
ciegos
en el pensar,
hambres
rociadas de besos,
platos
que miran su reloj,
para
siempre suspirando a la prisa,
y
mucho mucho sol
en
lo que asciende a la penumbra.
Hay
ternuras de testigo
en
la paz de los puentes,
palabras
en tus pechos,
en
los muslos que llueven,
hay
te quieros en la mudez,
corazones
de puntillas
por
la sangre constante
que
va sellando cada abrazo de la voz
a
olvidos de la luz,
a
ruinas de la tierra.
Sí.
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