juanitorisuelorente -

sábado, 12 de agosto de 2017

CABEZÓN (SONATINA)

(Imagen de la red)


















Con el alma partida por el ser que le toca,
genio del cuello erguido, la razón en la boca,
¿Es creíble su pena, su supuesto dolor?
Para cada problema tiene firme una excusa,
impoluta su imagen, así nada le acusa,
borrón y cuenta nueva, que prosiga el amor.

Es caballo alazán en sus mundos de arena,
no le importa el instante ni mendiga dar pena,
ascender un peldaño lo asemeja a volar,
sin íntimas preguntas, continuar a su bola,
es el himno presente con la bata de cola,
el placer de vivir es un hito al azar.

Y a la voz de sentir y mirarse al espejo
descubre al ser perdido dentro del niño viejo.
El silencio germina, queda sol por nacer,
a la luz de la piedra funde adentros la llama,
va desvelando al hombre recostado en la grama,
con la mente muy alta, resignado a perder.

Tiene a un rostro cautivo la palabra que abraza,
su sed en libertad a su piel se atenaza.
Tras su flor intangible, los milagros en cruz
poco a poco suceden con el niño en la cumbre
y no hay en su interior un rincón que nos alumbre
este nuevo lenguaje con miradas de luz.

Y no haya sitio el hombre que en su nombre no cabe,
ni asomado a su tiempo si de instantes no sabe.
Y aunque a todo su empeño le ponga voluntad
siempre pugna el altivo por ganar sus razones,
sin querer hace gala de romper corazones,
si es un cabezón hecho de difícil edad.

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