Vida
mía,
del
corazón de los instantes siempre amo al más inclemente, será que
hasta el más tórrido lo necesito para tenerte como eres, como
somos, porque amo de ti hasta tu genio, hasta el polvo que desprenda
un beso, las palabras que hieren, o esos momentos, días, en que
parece que estamos muy lejos.
Los
instantes más hondos ya se mecen donde el mar avanza a cada primera
vez, de sol a sol, navegando a los cielos de tu nombre. Esos ya
presumen de la miel y del aire, y de soñar juntos, saltar sombras y
sentir descalzos.
Cariño,
mira,
nuestros
adioses buscan la tierra, una isla, una orilla donde detener al mundo
y recuperar el aliento, al amor dentro de sí, buscan nombrar todo lo
que carece de palabras, alcanzar el para siempre, ver crecer a
nuestro lado, piedra a piedra, una flor entre la hierba.
Nos
sonríe dulcemente la lucha, sabe de pasos atrás y sin vivir, de
todos esos instantes que devoran corazones y arrojan sus cenizas, de
esos que también nos visten de pobreza y veredas perdidas, que amo,
porque de ti amo hasta el desierto, las esquinas del llanto y lo
verde de tu memoria, que amo porque vienen del mismo lugar donde
sobrevivo, y no solo de ternura y primavera.
Las
heridas que jamás cubrirá el desastre estarán bajo la luz por
donde nos movemos, pero todo aceptando la aridez, la raíz que
permita el mar, si todo avanza y van saltando barreras y cerrojos.
Te
quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario