- ¿Y como dices que te llamas?
- Blancanieves
Aprieto la
memoria, pero sin ninguna necesidad.
- ¿La del cuento?
- Sí
Claro, ya decía
yo que me sonaba esta chica, pero yo es que de cuentos no estoy
demasiado puesto, y menos de estos con finales supuestos, y tanto
azúcar.
- ¿Y como tú por aquí?
- He oído que buscas personajes para tu nuevo relato, y nada, a probar suerte
La miro.
Detenidamente. Rebosa color, nada es natural y sin embargo emociona.
Sus ojos acarician. De la pulcritud de sus trazos y su colorido
extremo me embelesa por un instante su alma. Pero reacciono.
- Mi relato es erótico, sobre una infidelidad, no creo que encaje en él una princesita como tú, ja ja
- ¿Y por qué no? - me afrenta con cierto arrebato – soy tan mujer como cualquiera de esas...esas...
Me pongo serio.
Mi intención no es herirla.
- Mira, Blanca...nieves, es que tú solo podrías hacer de Blancanieves...
- ¿Pero por qué? - insiste hinchando los morritos
- ¡Tía, tú tienes tu cuento, tu madrastra, tus enanitos, tu príncipe azul...¿se puede aspirar a una historia mejor, a un final más feliz?
- Venga, Juan, no me jodas, que eso es para niños
Me hace reír.
Ella también, pero con aire de picarona. Empieza entonces a
contonearse, con una sensualidad exquisita. Y me obliga a morderme el
labio. Observo como un pasmarote como se quita lentamente la diadema,
se suelta su hermoso pelo negro, con qué facilidad cae al suelo su
vestido de gasa, como me muestra sin pudor alguno la ropa interior,
con impresiones zafias de Iron Maiden, ACDC, y Nirvana.
- A ver Juanito, ¿así te parezco bien para ese papelito, o me quito lo que queda?
Ay Juan!!! El lobo sabía lo que hacía... Un placer volver a leerte aunque estoy deseando leer ese relato con Blanca...nieves como protagonista. Abrazos.
ResponderEliminarJeje, está en proceso, Marcos, un fuerte abrazo
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