Humea
en
el amanecer de los desiertos,
sobre
el mundo, en esta soledad,
donde
el tiempo remansa
en
sus esquinas fugaces lo difuso
contra
el azul del corazón cansado
de
tanto desamor.
Yo
tuve
sol,
mar, donde laten las sombras,
el
silencio profundo
donde
el corazón reposa,
esa
vida que iba cantando a la muerte,
dulce,
de canciones solitarias,
y
ahora,
al
borde de la ternura, donde acaba todo
el
la noche más extraña,
navega
hacia el fondo mí
tu
voz dorada, tu luz sobre lo verde,
la
eterna y mágica grandeza de la lluvia.
Y
empieza la vida.
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