Duele,
y por mucho que duela
ese es un muro inaccesible,
no nos espera la muerte.
La tristeza
enturbia la carne
que ya baila haciendo olas
al roce de los labios.
Entre el dolor y el abismo
el caudal de tu rostro,
y el ruido de tu alma a su
paso
sin nada a cambio,
el perdón
y no sé qué decir,
lo fácil que abren mis
manos
colores del aire.
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