Fuego gota a gota
de ti me siento agua,
casi aire, de mí apagado.
Se enciende la cama
y a lo hondo no puede
seguirme
un hilo de mar,
ni bucear la sangre,
ni crujir los ojos.
Tu boca redonda
es otro instante de cera,
una sombra blanda que se
diluye
ajena a mí,
con tu rostro a su estela,
y a solas
nuestro clima se vaporiza,
asciende al cielo más
inmenso
el hombre más pequeño,
y llueve.
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