Hacia
la cumbre
cargo
con la bandera. Sigue
el
borrón y la cuenta vieja.
Soy
blando, y tras cada lágrima
cedo
una estampita. Pero hacerme duro
me
va haciendo impermeable. Aunque
el
ansia por cortar la cinta, y esa goma
que
me obliga, tras avanzar, a retroceder
varios
pasos, luchan con el mismo corazón.
A
mi lana negra
se
le van cayendo los lacitos rosas.
El
nido y la desbandada son vueltas
de
la vida. En una de ellas
el
piso como poema acabado,
y
un once de febrero como fecha
impuesta
e intempestiva. De fondo,
Talumbro
es un alma en fuga.
No
llevamos el mismo paso. Y poco
me
importa ya la plenitud. Todo no es
más
que un descender invertido.
La
prioridad son otras ataduras,
aventar
pasados, nacer desde el primer día.
Un
Skoda 120 LS es un joven con ojeras,
y
mi segundo jaque mate. Otro objeto
de
la lógica rebeldía. Al fin veo luz,
no
la luna en un estanque.
Una
boda es para vivir,
y
que ahí acabe lo exprimido.
En
el cielo siento una parte,
y
el resentimiento en la otra. Quizá
por
eso algunas risas
tienen las líneas de tiza.
Pero
delante está la flor, y su aroma.
Es hora, veintiséis y veinticuatro.
Un
día que recuerdo como un mar nocturno,
luminoso
y plano, como el día que olvidé
para
siempre mis sueños de libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario