(Imagen de la red)
IX
Después de hervir
en el coso
frente a la vida
de cartón piedra,
y beberme el
pienso litro a litro,
oía tocar diana
sin más falsificaciones.
Pregunté al
gremio si era navegable,
todos me dieron
con la puerta en la orilla,
y me hice
autónomo. Un niño
en un jardín, y
con licencia.
El tema segó toda
condescendencia
a la juventud, y
algo a tientas
fui palpando qué
es la realidad
montado a caballo
de mis primeras
chimeneas. Llegaba
donde otros tosían,
tenían ojos de
sapo. Acabé una obra
de tantas al mismo
de la familia,
y se me abrió el
mar Rojo
para pasar con fe
al otro lado. Tenía
veintidos. La
sangre hervía en el cine
Hernández con una
de risa o de Drácula,
el coche era un
arma prohibida, desmantelado
el huerto, el
horizonte lucía todas mis piezas
muy desordenadas,
así que al tiempo perdido
dibujé manos y
manos para pensar de mí,
solo, y de una
puta vez de mí.
X
Este
es el tiempo de respirar los fracasos,
nimios
es cierto, y de ser una y otra vez
ave
fénix. Nunca cubría grietas con plastilina,
perdía,
pero siempre para ganarme. Este
es
el tiempo de que luzcan blancas
las
sábanas tendidas, de estar al sol,
o
la lluvia, sin un mal gesto, de dar
proyección
al cuerpo oscuro.
Conocí
a Talumbro, una unión
desigual,
mi primera decisión errónea.
Siempre
mi sangre, y sus dosis de veneno.
Un
cartucho de dinamita atestado,
además,
de ilusión, camaradería,
coraje,
ganas de comerse el mundo,
y
la mecha encendida. Tuvo
su
azul inimaginable, una aventura
no
apta para empresarios, trampas
hasta
para los conejos, pero salió bien.
Creamos
un sueño de aire, y sólo
a
costa de sufrimiento. Él dejó
las
esquinas, mi padre se tragó sus palabras.
Pero
la mecha rozaba la irrealidad.
Mi
casa era un caos, mis beneficios
para
la mierda, mi piso un esqueleto
que
debía lucir la piel y los adentros.
Este
es el tiempo en que
los
veinticuatro, los veinticinco caminaban
a
nada, y no. Nunca construye
los
que no tiene solución. Y los novios
se
cansan de pajearse. Salté la linde.
Me
enfrenté al mar. Tenía una barca,
y
mis brazos eran los remos.