Me enseñas a
reír. Todas
nuestras mitades
enseñan su antes
a después. De
lo sufrido parte
a batallar al
tiempo la nueva
dicha, si el
miedo desaparece
mirando bajito
sin disimulo.
Cuando dos
poetas hablan
y no terminan
nunca hay horas
que susurran
amén, e instantes
que ya no se
irán a su pasado.
Luego, vernos no
puede volar, apenas
toca
pensamientos, agita preguntas
al revés (de lo
que saben para atrás),
pero dice. Y
decir no calla
a los
sentimientos.
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