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¿Papá, por qué escribes…?
Me pregunta mi hijo Alvarito. Tiene ocho años. Estoy
inspirado. Le respondo mirando a la oscuridad de la ventana.
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Tú no lo entiendes, hijo mío, escribir es como el labio
que antes de ingerirlas acaricia las cerezas, escribir es la prepotencia con
que la madera del barco sesga el mar, un
tropel de caballos salvajes, libres, libres como el viento, indomables como el
tiempo, escribir es dar la mano a una criatura que nace del oído, como regar una
flor que nace entre los dedos, escribir es enamorarse de una historia, de un
personaje, de todos sus personajes, escribir es niños que huyen de los gritos
de sus padres, pájaros que vuelan siempre sobre nuestras cabezas, madres que
paren gritando de alegría, escribir es el más maravilloso de los silencios, una
copa de buen vino, escribir es descubrir qué soy, quién soy, qué quiero llegar
a ser…
Alvarito se ha quedado boquiabierto, pero reacciona.
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¡¡¡Pero papá, por qué escribes hasta tan tarde, son las
tres de la mañana!!! - y sigue con cara de gato bueno- ¿Cuándo te vas a
acostar?
A quien disfruta al escribir, mas de una vez lo pillan infraganti. Uno no se puede abstraer de esa pasión.
ResponderEliminarUn cariñoso saludo Juan
Es que la noche -no todas, claro- es mágica para estas cosas. Podemos escuchar al silencio hablar con el silencio y tomar nota sin hacer ruido.
ResponderEliminarUn abrazo Belkis