Le
bastarías tú al triste cielo
que
sigue y sigue siendo espejo roto,
donde
el deseo mira el mundo ignoto
intentando
arrancarle el frío velo.
Podrías
derretir el grueso hielo
de
este sembrado donde en nada broto,
borrar
la cuenta atrás que hacia ti anoto,
ahoras
del vivir en diario duelo.
Serías
la voz suave que me llueve
donde
parece intacto el fluir del agua,
agua
y fuego que acaso el viento lleve
muy
lejos del abismo que se fragua,
el
sueño que a surcar el mar se atreve,
lejos
del atanor que en mí desagua.
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